El pasado lunes 21 de junio dio comienzo el verano y, con él, reactivamos las salidas al huerto y jardín terapéutico con el que contamos aunque siempre que el tiempo lo permite, disfrutamos de él durante todo el año; así, durante los meses de invierno preparamos los semilleros, que más tarde trasplantamos al huerto, del mismo modo que podamos las plantas que ahora nos proporcionan las flores que llenan de color nuestras estancias interiores.

Nos apetece en este momento recordar la estimulación que esta terapia ofrece para todas las personas usuarias, teniendo en cuenta sus preferencias y adaptándolas a sus capacidades para lograr resultados exitosos. En el caso de las personas con  deterioro cognitivo severo se consigue  estimular las que aún conservan, utilizando como medio la evocación de olores, texturas y colores de las hierbas aromáticas y medicinales del jardín.

Las hortalizas y verduras que se cultivan son plantadas, cuidadas y recogidas por las personas usuarias que así lo deciden y aún hoy conservan esas habilidades, siempre con la ayuda de los profesionales que les apoyan cuando lo necesitan.

Hoy queremos mostraros como la recogida, desgranado y posterior degustación de los arbejos (guisantes) de nuestro huerto se convierte en una fuente de estimulación multisensorial, emocional, funcional, cognitiva y relacional:

1. Se realiza al aire libre en un espacio que potencia el sentimiento de utilidad y su capacidad productiva.
2. Supone la realización de ejercicio físico en un entorno normalizado.
3. Facilita la relación social y cooperativa proporcionando bienestar emocional, evocación de recuerdos y estimulación de la comunicación verbal.
4. Se estimulan sentidos y se trabaja la discriminación y la psicomotricidad fina.
5. Es una actividad significativa y propositiva que finaliza con la degustación en la comida del producto de su trabajo generando el sentimiento de competencia.