Estrés y deterioro cognitivo leve

estres-y-ansiedad«Las personas que padecen estrés tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y, por tanto, de sufrir un infarto o un ictus. Pero los efectos perniciosos del estrés no acaban ahí: también es fuente de numerosos trastornos físicos y mentales, de alteraciones del sueño, de diabetes y dolores musculares, etc. Y a todo ello se suma, como muestra un estudio dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina Albert Einstein de la Universidad Yeshiva de Nueva York (EE.UU.), que el estrés duplica el riesgo de deterioro cognitivo en las personas mayores.

Más concretamente, los resultados demuestran que el estrés incrementa el riesgo de desarrollar deterioro cognitivo leve amnésico (DLCa), tipo de deterioro cognitivo en el que el síntoma predominante es la pérdida de memoria. Y como sucede con todos los tipos de deterioro cognitivo, su aparición supone un mayor riesgo de demencia y enfermedad de Alzheimer.»

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Al día con la tecnología

La enfermedad de Alzheimer no tiene cura conocida, pero ciertas técnicas permiten mejorar las capacidades cognitivas de los pacientes, retrasar la pérdida de memoria y aumentar su calidad de vida. Para conseguirlo, entre las típicas que utilizan papel y lápiz empiezan a colarse otras de corte tecnológico que benefician no solo a quienes padecen la enfermedad, sino también a sus familiares y cuidadores.

tecnologia-calidad-personas-Alzheimer-inicial_EDIIMA20150616_0928_18Si quieres conocer las que se están usando y con mejores resultados sigue este enlace

El alzhéimer no puede con la música

El lóbulo temporal es el encargado de gestionar la memoria auditiva, y a pesar de que esta zona es de las primeras en deteriorarse en el Alzheimer, diversos estudios han demostrado que incluso en estadios avanzados de la enfermedad, las personas son capaces de recordar música ligada a su historia personal, y aún no siendo capaces de evocar su nombre, si recuerdan una canción que marcó su vida.   Para ampliar la noticia pinche aquí.

La depresión: ictus, alzhéimer… y párkinson

Un estudio indica que el trastorno psiquiátrico es un síntoma precoz o un factor de riesgo

Sufrir depresión conlleva mucho más que lo que supone la propia enfermedad, a tenor de las investigaciones que se van llevando a cabo. Si ya se había constatado la relación de esta patología con el ictus y con el alzhéimer, ahora un nuevo estudio, publicado en ‘Neurology’, la revista de la Academia Americana de Neurología, da un paso más: las personas con depresión son más propensas a desarrollar párkinson.

“Vimos este vínculo durante un intervalo de tiempo de más de dos décadas, por lo que sacamos la conclusión de que la depresión puede ser un síntoma muy precoz o un factor de riesgo de párkinson”, ha señalado el autor del estudio, Peter Nordström, de la Universidad de Umea (Suecia).

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Decálogo de la prevención

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Varios factores contribuyen al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. El principal riesgo para desarrollar esta patología neurodegenerativa es la edad, además de la herencia genética (especialmente ser portador del gen ApoE4) que marca una predisposición. Aunque esto no pueden cambiarse, sin embargo, otros factores que favorecen su aparición sí son modificables, como la hipertensión, la obesidad, la diabetes y el colesterol elevado. Controlar esos parámetros puede ayudar a que varias décadas más tarde aparezca el deterioro cognitivo.

Una artículo publicado recientemente en la revista «Neurobiology of Aging», firmado por investigadores de Estados Unidos, Reino Unido, Australia e Italia, destaca que varios estudios prospectivos han mostrado que determinadas pautas de alimentación y estilos de vida se asocian con un mayor riesgo de padecer alzheimer.

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Reaprender

El cerebro de los mayores puede reaprender

La creadora del Método Hoffmann, un tratamiento rehabilitador para mayores, ha explicado en el XXVI Congreso de la Sociedad Gallega de Gerontología Geriatría, celebrado este fin de semana en Pontevedra, que «el cerebro de la persona mayor puede reaprender».

Hoffmann ha destacado que tras cinco años iniciales de investigación, el cerebro de una persona mayor no tiene la «enorme capacidad de mejora y aprendizaje que tienen los niños», ya que este no está creciendo, pero que «se puede trabajar con ella y con su capacidad mental y cerebral» hasta conseguir lo que denomina «neuroplasticidad neuronal».

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Sueño y Alzheimer

La falta de sueño aumenta los niveles de la proteína del Alzheimer en el cerebro.

Investigadores de la Radboud University, en Países Bajos, han comprobado como tras una noche sin dormir hasta los cerebros más sanos tienen más altos los niveles de la proteína beta-amiloide, relacionada con la formación de placas que se da en pacientes con Alzheimer.

Los resultados del estudio aparecen publicados en el último número de la revista ‘JAMA Neurology’ y los autores aseguran que cuando esta falta de sueño se repite puede llegar a ser un factor de riesgo para desarrollar esta enfermedad neurodegenerativa.

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Azúcar y tensión

Controlar el azúcar y la tensión para retrasar el Alzheimer

Así lo confirma un estudio que acaba ver la luz en la revista Neurology.  Según sus conclusiones, las personas que tienen diabetes e hipertensión arterial entre los 40 y los 64 años son más propensas a perder células cerebrales y sufrir daños en el cerebro, así como problemas de memoria y habilidades cognitivas, en comparación con quienes no han tenido nunca problemas de azúcar ni de tensión.

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«Cocina para tu mente»

En el último siglo, la esperanza de vida del ser humano ha aumentado alrededor de tres décadas. Una de las consecuencias de este fenómeno es el envejecimiento de la población que ha dado lugar al aumento en la manifestación de enfermedades que hace un siglo eran más infrecuentes. Entre ellas se encuentran las llamadas «enfermedades neurodegenerativas». A nivel mundial, las estadísticas revelan que más de 35 millones de personas viven con alguna forma de demencia, siendo la enfermedad de Alzheimer la más frecuente.

Una de las estrategias a nuestro alcance para ayudar a mantener el cerebro sano es consumir alimentos que provean factores neuroprotectores. Este libro ofrece una guía para aprender cuáles son esos alimentos, qué propiedades benefactoras tienen y cómo cocinar con ellos.

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Deporte y envejecimiento

Deporte contra la vejez

Un estudio de la Universidad de Oviedo demuestra que el ejercicio retrasa el deterioro cognitivo ligado al paso del tiempo

El trabajo del equipo investigador, llevado a cabo en el laboratorio de Neurociencias, dirigido por el doctor Jorge Luis Arias, confirma que el ejercicio y una adecuada estimulación sensorial, motora y social permiten al cerebro funcionar de una forma más eficiente, con menor consumo energético durante la realización de pruebas de memoria.

Facultad de Psicología. Oviedo

Facultad de Psicología. Oviedo

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Buenos alimentos para el cerebro

Los alimentos contienen nutrientes que ayudan a partes específicas del cuerpo y sus funciones. Por ejemplo, el cerebro se ve beneficiado por cierto tipo de comida que lo potencian, que evitan los riesgos de las enfermedades degenerativas como el Alzheimer, y que mejoran la atención y la memoria.

El cerebro no está exento de recibir una buena alimentación para que su trabajo sea el más adecuado. Lo cierto es que no cualquier nutriente es el que lo hace funcionar de mejor manera, sino que hay algunos que específicamente dan un mejor resultado.

Diez alimentos buenos para el cerebro

Estos son algunos de los alimentos buenos para el cerebro:

1. Café, té verde y chocolate negro: Según un estudio publicado en “Nature Neurocience”, esta bebida estimulante no sólo nos mantiene despiertos sino que se perfila, en la dosis adecuada, como un alimento neuroprotector que potencia la memoria a largo plazo. En tanto, el chocolate negro -a través del flavonol epicatequina – mejora también la memoria, posiblemente incrementando el flujo sanguíneo al cerebro. Pierde esta propiedad cuando se combina con leche. Y el té verde además de ayudarnos a recordar mejor, tiene efectos cognitivos saludables y actúa como ansiolítico.

2. Yogur: Este alimento no sólo ayuda a regenerar la flora intestinal. Algunos estudios apuntan a que también es capaz de mejorar el estado de ánimo.

3. Pescado: Los ácidos grasos omega-3, presentes en pescado azul como atún, sardina y salmón, entre otros, han demostrado un papel protector frente patologías neurodegerativas como el alzhéimer. Al parecer, las grasas poliinsaturadas ingeridas atraviesan la barrera que aísla el cerebro y equilibran los parámetros relacionados con esta enfermedad en el líquido cefalorráquideo.

4. Avena: Con un suave efecto ansiolítico, este cereal tonifica el sistema nervioso y ayuda a hacer frente a los esfuerzos intelectuales.

5. Arándanos: Éstos poseen antocianinas, pigmento vegetal que les proporciona su particular color y que además reduce el daño en nuestro cerebro. Asimismo, ayuda a prevenir la demencia senil y el Alzheimer.

6. Huevos: Cuando envejecemos tendemos a “deteriorarnos”, por lo que la vitamina B12 que ofrecen los huevos se vuelve fundamental. Éstos luchan contra el deterioro del cerebro que muchas veces se ve en la enfermedad de Alzheimer.

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Desde el Centro de Día de Lada os animamos a empezar a cuidar ya vuestro cerebro a través de la alimentación.

¡EJERCITA TU MEMORIA!

Ejercicios para fortalecer la memoria

De acuerdo con el Dr. Mauricio Fava, del Departamento de Psiquiatría de Massachusetts General Hospital, a cualquier edad podemos tener olvidos que no representan ninguna situación de riesgo para la salud, como sí lo es padecer Alzheimer.

A nivel mundial sólo el 13 por ciento de la gente mayor de 65 años es diagnosticada con el mal de Alzheimer. Sin embargo, y para tener mayor conocimiento y control sobre nuestra memoria, el medio antes mencionado hace una lista de los olvidos que con mayor frecuencia afectan a las personas.

  • Olvidos relacionados con la atención. Se presenta cuando debido al ritmo de vida que llevamos las personas son más propensas a distraerse con gran facilidad; lo que conlleva a que la información que recibimos no sea retenida correctamente, por lo que es fácil olvidarla o sólo recordar parte de ella.

La rutina, las multitareas y las interrupciones inesperadas en acciones que realizas automáticamente, son otros factores que inciden en la afectación de la atención. Este tipo de olvidos se resuelve eliminando las distracciones, reduciendo las multitareas y enfocando la atención en la información que necesitas retener.

  • Olvidos de tiempo. Los recordatorios relacionados con el tiempo afectan la retención y la calidad de ambas memorias: de corto y de largo plazo. Olvidar algo que guardaste poco tiempo y no has vuelto a recordar es parte del proceso natural de eliminar información almacenada que no necesitamos. Cuando no quieras olvidar algo, trae a tu memoria la información, de vez en cuando.
  • Olvidos de futuras acciones. Es olvidar llevar a cabo una acción planificada como ir a una cita o tomar un medicamento. Las notas y los calendarios te ayudan a evitar este tipo de olvido.
  • Olvidos temporales. Se refiere a olvidar información familiar como palabras, nombres, títulos de libros, de películas o de canciones. Pero esa información suele regresar en momentos posteriores, obvio, cuando ya no la necesitas. Esto ocurre cuando las conexiones entre objetos o personas y sus nombres se debilitan por falta de uso.
  • Memorias inexactas. Cuando no recordamos con exactitud hechos de tiempo, gente, lugares o eventos, es probable que se deba a que las memorias más recientes han intervenido con memorias originales, además los prejuicios personales, las creencias o las reacciones emocionales pueden darle a las memorias matices diferentes. Se dice que a veces recordamos lo que «queremos» y como lo «queremos» recordar. Pueden ser mecanismos de defensa para protegernos.

Sin embargo, el cerebro y la memoria pueden ser estimulados a tener un mejor funcionamiento, esto por medio de diversos ejercicios mentales.

1) Hacer ejercicio. Es muy recomendable realizar alguna actividad física, como caminar, trotar y hasta sacar a pasear a tu mascota, ya que ejercitando tu cuerpo oxigenas las células del cerebro.

2) Escucha música. Está comprobado que la música, en especial la clásica, mejora y mantiene las funciones cerebrales. La música estimula las células del cerebro y esto te beneficia para la concertación mental, la memoria y el desarrollo visual y auditivo.

3) Jugar Ajedrez. Este es un pasatiempo que requiere de gran concentración y agilidad mental para realizar movimientos estratégicos y así poder ganar, así que entre más lo juegues tu memoria estará en actividad y lista para recordar.

4) Jugar Sudoku. Representa un gran reto para las personas pues necesitas paciencia y buena memoria para recordar y relacionar los números, con el objetivo de hacer un juego perfecto. Sin duda tu memoria ganará agilidad al practicarlo.

5) Relájate. Cuando no puedas recordar dónde dejaste algún objeto, como las llaves del coche o tu cartera, lo peor que puedes hacer es estresarte, porque eso bloqueará automáticamente tu memoria. Lo que tienes que hacer es relajarte, cierra un momento los ojos, respira profundamente y exhala lentamente; ya tranquilo podrás reconstruir todo lo que hiciste 5 minutos antes y podrás recordar dónde colocaste ese objeto que buscas.

6) Utiliza tu imaginación. Cuando estés leyendo o estudiando, procura pensar con imágenes, ya que la imaginación y el pensamiento están unidos; esta técnica te permitirá recordar sucesos o episodios de un determinado tema.

7) Por a trabajar tu memoria. Comienza a memoriza cosas simples, como la lista de la compra o un teléfono. Trata de recordar qué comiste hoy, ayer, la semana pasada. Y luego, complica la actividad tratando de memorizar listas ordenadas o desordenadas de palabras, como frigorífico, coche, televisión…

8) Haz uso de lápiz y papel. Anota la información importante que quieras recordar y colócalos en lugares donde es seguro que los veas, porque los datos se retienen mucho mejor si se escriben y estás en constante contacto con ello.

9) Ponte retos. Aprender un nuevo idioma o a tocar un instrumento musical o cocinar, son actividades que hacen que nuestro cerebro deba estar atento y que se activen distintas áreas mentales.

10) Modifica tu rutina. Hacer siempre lo mismo de la misma manera, anula nuestra memoria. Intenta ir al trabajo tomando caminos distintos, cambia la ruta hacia el supermercado o altera el orden en que haces las cosas al levantarte.

Lectura para estimular el cerebro

Un cerebro activo no solo realiza mejor sus funciones, sino que incrementa la rapidez de la respuesta a los diferentes estímulos.

Mientras leemos, obligamos a nuestro cerebro a pensar, a ordenar ideas, a interrelacionar conceptos, a ejercitar la memoria y a imaginar, lo que permite mejorar nuestra capacidad intelectual estimulando nuestras neuronas.

Además contribuye a reducir el estrés y es especialmente interesante en niños y mayores.

En los últimos años, han sido muchos los estudios que han relacionado el nivel de lectura y escritura con un aumento de la reserva cognitiva. «Se ha comprobado que cuanto mayor reserva cognitiva posee un individuo, mayor capacidad tiene su cerebro para compensar el daño cerebral generado por ciertas patologías».

 

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Hidratación y cognición

Deshidratación y Procesos mentales, estrecha relación

Produce modificaciones significativas en la atención, memoria, pensamiento y lenguaje, y en la coordinación motora, tiempo de reacción y discriminación perceptiva.

Una correcta hidratación, junto a una alimentación adecuada y una actividad física adaptada a las capacidades de cada persona, de forma que se equilibren las calorías que consumimos con el gasto energético que realizamos, son las bases de la salud. Éstas son algunas de las principales cuestiones planteadas por la Prof. Dra. Pilar Riobó, en el 13º Encuentro Nacional de Salud y Medicina de la Mujer (SAMEM), que se celebró este Marzo en Madrid.

Durante décadas, la nutrición ha mantenido en un segundo plano al agua y los líquidos, componentes esenciales para la vida y una correcta nutrición. Para conservar la salud y el bienestar debemos mantener un equilibrio hídrico entre el volumen de líquido ingerido y el excretado. Según la doctora Riobó, Jefe Asociado del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Jiménez Díaz-Capio, “la mayor parte de nuestro organismo es agua, alrededor del 60%. Sin embargo, no existe un mecanismo eficiente de almacenamiento hídrico corporal, por lo que debemos realizar un aporte constante de líquidos para mantener los niveles estables”.

La European Food Safety Authority (EFSA) ha publicado las cantidades de referencia sobre la ingesta adecuada de líquidos estableciendo 2 litros para las mujeres y 2,5 litros para los hombres. Para niños de entre 4 y 8 años recomienda 1.600 ml/día, frente a los 1.900 ml/día recomendados para niños y 2.100 ml/día para niñas, de entre 9 y 13 años. Riobó ha recordado en su intervención Hidratación y balance energético, necesidades vitales que, “estas cantidades deberán ajustarse a las necesidades fisiológicas de cada edad, momento vital, las condiciones ambientales y la actividad física que se realice”.

Hidratación y capacidad cognitiva

Junto a ello, la especialista señala que el estado de hidratación puede influir también en la capacidad cognitiva, y que cuando el organismo pierde más del 2% de líquidos se produce una disminución en el rendimiento mental, lo que afecta a la capacidad de atención, memoria a corto plazo y concentración.

Según la experta, la deshidratación puede alterar diversos procesos mentales así como la rapidez perceptiva, produciendo modificaciones significativas en la función cognitiva (percepción, atención, memoria, pensamiento y lenguaje), y en la coordinación motora, tiempo de reacción y discriminación perceptiva. La experta destacó en su intervención que “una correcta hidratación puede ayudarnos en la prevención de muchos accidentes laborales y situaciones de bajo rendimiento, así como mejorar la sensación de bienestar”.

Búsqueda del equilibrio energético

Para la especialista, realizar actividad física de forma regular es otro de los aspectos más relevantes para mantener la salud, y explica que resulta fundamental equilibrar nuestro gasto energético con el consumo de calorías que realizamos y comprender que no existen alimentos buenos y malos, sino dietas más o menos adecuadas.

“Se trata de cambiar nuestros hábitos de vida, pero esta transformación no sólo pasa por realizar una alimentación equilibrada sino por incorporar a nuestro día a día la práctica regular de actividad física”, añade. Para esta experta, “nuestro organismo está preparado para funcionar con una ingesta limitada y ejercicio suficiente, y no al contrario, como sucede hoy en día”.

 

Fuente: http://www.alzheimeruniversal.eu y hechosdehoy.com

Cómo alimentar el cerebro

Nuestro cerebro probablemente sea el órgano más complejo del cuerpo. A pesar de haber sido altamente estudiado, gran parte de su funcionamiento aún sigue sin resolverse. Esta misma complejidad lo hace susceptible a la calidad de la alimentación que ingerimos. Tanto la buena memoria como la agilidad mental, el equilibrio anímico, y la buena concentración pueden encontrar en algunos alimentos grandes beneficios. Incluso, enfermedades degenerativas como Alzheimer pueden verse afectadas por una buena o mala alimentación.

Numerosos estudios han demostrado que hasta las carencias alimentarias leves pueden afectar nuestras habilidades y facultades mentales, ocasionando el deterioro progresivo del órgano rector del cuerpo humano. El inconveniente es que estas deficiencias pasan desapercibidas ya que no se reflejan en los exámenes sanguíneos de rutina.

El cerebro es el órgano más graso que tiene el cuerpo humano. Sin embargo, una dieta con exceso de grasas saturadas repercute en su funcionamiento, ya que predispone a la resistencia a la insulina, una alteración metabólica que hace que las neuronas tengan dificultades para nutrirse, a la vez que el organismo pierde su capacidad para controlar los niveles de glucosa en sangre. Los efectos de las grasas saturadas, que abundan en las carnes, los productos lácteos, las margarinas y la bollería, se aprecian en la memoria y en la habilidad para aprender. Es por esto que debemos minimizar su consumo.

También son perjudiciales algunos aceites vegetales, como los contenidos en las margarinas y salsas a base de aceite de maíz o girasol y en los platos muy elaborados. Por el contrario, los alimentos ricos en Omega-3, como los pescados grasos y los aceites de lino, nuez y soja son los más adecuados para mantener las membranas celulares flexibles y sanas, ayudando a mejorar el funcionamiento de nuestro cerebro. De por sí, la deficiencia de Omega-3 se ha relacionado con problemas como la depresión, pérdida de la memoria, menos inteligencia, dificultades en el aprendizaje, falta de concentración, Alzheimer, esclerosis múltiple, problemas oculares, irritabilidad y tendencia al suicidio; por lo que es sumamente importante consumir alimentos ricos en este ácido graso.

El principal combustible que usa el cerebro humano para funcionar proviene de los hidratos de carbono. Dentro de este grupo se encuentran los complejos y los simples. Los carbohidratos complejos son de absorción lenta y son los más convenientes para la salud cerebral. Se hallan en abundancia en las legumbres, las frutas, la pasta integral, el arroz integral, el muesli y otros cereales integrales. Por el contrario, los carbohidratos simples que son de rápida absorción, favorecen las indeseables subidas y bajadas de glucosa, lo que desmejora la calidad del actividad mental. Es por ello que obtendremos beneficios al reducir la ingesta de azúcar, el pan blanco, las patatas viejas y los dulces en general.

Por su parte, las proteínas que consumimos también son de gran importancia. Algunos de los alimentos ricos en colina, un aminoácido contenido en alimentos proteicos que ayuda a la formación de nuevas conexiones entre las neuronas y también a proteger al cerebro y al sistema circulatorio, son la yema de huevo, la lecitina de soja, la lechuga, los cacahuetes, las pipas de girasol y la coliflor.

Los antioxidantes, contenidos en semillas, frutos secos, aceites vegetales extra virgen, naranjas, kiwis, legumbres, ajos, espinacas, fresas, moras, uvas, tomates, ciruelas, granadas, pimientos y el té verde, son los encargados de neutralizar a los peligrosos radicales libres que deterioran las células y perturban su funcionamiento. También resulta beneficioso el consumo en bajas cantidades de chocolate que contenga más de 70% de cacao y bajo en azúcar, por sus efectos contra los radicales libres y por la sensación de bienestar que producen al cerebro.

Para finalizar, no sólo a través de la comida podemos alimentar a nuestro cerebro. Dormir adecuadamente de 6 a 8 horas diarias durante la noche, técnicas de oxigenación como las utilizadas en el yoga, disfrutar de ejercicios al aire libre, los juegos y cualquier otra actividad que nos haga aprender y retar a la mente también nos ayudaran a mantener nuestro cerebro en excelente estado y evitar su temido deterioro.

Autor: YRV (vivir saludable)
Fuentes consultadas: Revista Cuerpomente.

 

¡Una mente más ágil!

Queremos destacar un pequeño artículo publicado en la revista cuerpomente sobre la importancia de mantener la mente ágil y sobre cómo influyen aspectos como la alimentación o la realización de actividades novedosas en nuestra agilidad mental.

Leer artículo

En los próximos días trataremos en profundidad el tema de la alimentación y cómo podemos alimentar bien nuestro cerebro, ya que nos parece de vital importancia conocer que alimentos como las proteinas, los ácidos grasos omega 3 o los carbohidratos complejos afectan positivamente a nuestro cerebro. Al igual que es importante conocer que, por el contrario, alimentos como los carbohidratos simples, algunos aceites vegetales o el consumo de grasas saturadas pueden estar dañando nuestras capacidades cerebrales.